lunes, 24 de octubre de 2011

LA VOZ DORMIDA




"Duerme niña, duerme,
la luna te mira,
tu madre te quiere...

¡Ay¡ mi rosa morenita
no te asustes con mi pena,
que las lágrimas que corren
riegan la hierbabuena"


La esperanza que encierra la letra de esta nana, uno de los momentos más emotivos de la cinta, resume a la perfección la esperanza por la libertad de los protagonistas de “La voz dormida”. Esperanza en época de represión, la posguerra española, que su director ha sabido mostrar con una sensualidad magistral, puesta en la piel de personajes doblemente marginados, por pertenecer al bando de los vencidos y por el simple hecho de ser mujer.

Benito Zambrano nos vuelve a demostrar con su nueva película su capacidad especial por retratar y captar la realidad social más cruda. En esta ocasión nos traslada a un difícil escenario en un momento histórico más complejo aún. Terminada la Guerra Civil, un grupo de mujeres del bando republicano quedan presas en la cárcel madrileña de las Ventas. Entre ellas se encuentra Hortensia, la hermana de Pepita, una joven e inocente andaluza que se marcha a la capital de España en su ayuda. Son los ojos de este personaje los ojos del espectador, ojos que sufren por la situación y ojos que lloran de dolor físico e interior. Son los ojos de la cruda realidad y de la desesperación. Son los ojos que sienten el temor, la soledad y la muerte. Frente a ella, su hermana Hortensia es no sólo el sustento de la historia, sino también el sustento de la dignidad, el coraje y la lucha por la libertad.

La voz dormida es un digno homenaje a todas esas mujeres anónimas que fueron injustamente condenadas por el simple hecho de no subordinarse a un régimen dictatorial y fascista. La historia de Pepita y Hortensia se repitió por doquier y se convierte así en una historia común, donde sus protagonistas sufren como ellas las mismas injusticias, las mismas humillaciones y las mismas vejaciones. Historias reales que permanecerán siempre en la memoria viva de sus familiares y amigos.Historias de inocentes que abandonaron tiroteadas en numerosas cunetas y tapias de cementerios. Historias para clamar las ansias de justicia, víctimas de una guerra fraticida que llevó a nuestro país a uno de los episodios más deplorables de su historia.

Historias para gritar con “voz despierta” por la libertad, porque jamás podrán dormir tantas conciencias.

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