jueves, 8 de diciembre de 2011

ESPÍRITU NAVIDEÑO




Arrancamos el último mes del año y lo hacemos preparando una de las fiestas más tradicionales, la Navidad. Más allá de creencias religiosas, las fiestas navideñas nos sirven como excusa perfecta para celebrarlo con familiares y amigos. Son días de comidas, cenas y encuentros en torno a mesas repletas de buenos manjares, bebidas diversas y productos típicos de estos días, mantecados, polvorones y turrones. Son días festivos que arrancan con la inauguración de la estación invernal, sigue con la despedida del año y bienvenida del nuevo, y termina con la celebración del día de Reyes, tan esperado por los más pequeños de la casa. Días que fomentan el consumo a veces de una forma excesiva y puramente egoísta. El espíritu navideño se convierte en muchas de las ocasiones en ese afán de “consumir por consumir” patrocinado por las grandes marcas multinacionales que van desde la organización de las comidas hasta los propios juguetes que dejan los de Oriente la noche del 5 de enero. En las mejores ocasiones nos hemos convertido en seres consumistas que vivimos casi por encima de nuestras posibilidades y olvidamos a menudo el espíritu navideño que tradicionalmente inundaba esta fiesta tan nuestra.
La globalización vuelve a contagiar otra de nuestras tradiciones y la cultura anglosajona irrumpe una vez más a nuestras vidas liquidando casi por completo elementos autóctonos de nuestra cultura. De nuestras ventanas y balcones cuelga ese personaje rechoncho de barba blanca que un día inventó esa marca tan conocida de refrescos y nuestra casa la adornamos cada vez más con utensilios venidos de otros países. Los villancicos han dejado de ser esas coplas de toda la vida para escucharlos ahora remozados en mezclas más modernas y además, en inglés. Pero más allá de “pormenores” poco significantes, la Navidad se queda huérfana de su auténtico espíritu. Ese espíritu de cooperación, ese espíritu de acordarse y ayudar a los más necesitados, abandonando de una vez por todas la frivolidad que los medios de comunicación quieren identificar con una falsa “solidaridad” propia de estos días, ¿o acaso sólo debemos ser solidarios en Navidad?
Mientras estemos celebrando todas estas fiestas, muchísimas personas lo seguirán pasando mal, con carencias reales para llegar a fin de mes, con apenas recursos para alimentarse o para cumplir la ilusión de sus hijos pequeños. Mientras estemos brindando por los días venideros, muchas personas estarán buscando un lugar resguardado para pasar estas frías noches. Mientras seguimos con las fiestas, otros tantos quizás más cerca de lo que nos creemos, no tendrán motivos para tanta celebración….
Apenas pasen unas semanas miles de personas estarán felicitándose las fiestas; otras tantas las estarán lamentando. Ojalá esas tantas felicitaciones recobren su significado pleno y el espíritu navideño vaya más allá de palabras y se conviertan en gestos de auténtica solidaridad.

Artículo publicado en la revista "El Plebeyo"

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