miércoles, 21 de septiembre de 2011

SE OLVIDÓ EL POETA




El poeta arrancó una nueva hoja casí en blanco de su cuaderno y la lanzó sin ganas a la papelera. Una papelera que ya rebosaba folios apenas escritos y todos con un mismo final, bolas arrugadas fruto de la desesperación del escritor.

Quizás no estaba motivado, quizás demasiado cansado para crear, quizás la diosa de la "inspiración" no venía a visitarle esta noche, vete tú a saber. Sea como sea, casí sin darse cuenta el viejo reloj de la pared ya había sobrepasado las cuatro de la madrugada y el poeta seguía cabizbajo postrado en el sillón de su escritorio.

No consciente de la hora y aún con esperanzas que podría seguir con su libro de poemas inéditos, encendió el ordenador. Nunca fue defensor de las nuevas tecnologías para el oficio de escritor; es más, nunca antes se puso frente a la pantalla para escribir sus versos.

Aburrido de la situación pero sin darse por vencido, rechazó la idea de ponerse frente al teclado y con un botonazo de enfado apagó el equipo informático. Se rodeó entonces de sus mejores plumas estilográficas, aquellas que guardaba para ocasiones especiales y quiso poner música de fondo. Quizás así podría empezara esos versos que tanto ansiaba.

De repente una joven se asomó a la puerta entreabierta de aquel desordenado estudio, sorprendida entró y se agachó frente al poeta que seguía con su afán de poder escribir, rajando nuevas hojas y arrojándolas cada vez más deprisa a su alrededor. La joven quiso tranquilizarlo, pero en un primer momento el poeta no cesó. Minutos más tarde, el poeta embelezado se quedó perplejo mirándola y deteniendo todos sus bruscos movimientos. ¿Quién eres?, preguntó...

Entonces la joven, con los ojos inundados de lágrimas y acariciendo con cariño el cabello del poeta, como si de un niño pequeño se tratara le constestó: "Tu hija, papá, soy tu hija"

A punto de acabar el Día Internacional del Alzehimer, he querido dedicar esta entrada a todas esas personas que sufren la enfermedad y, como no, a todas aquellas que cada día se afanan para hacerle la vida más fácil a los afectados. Ojalá algún día, más pronto que tarde, puedan ver una luz en este oscuro túnel del olvido.

1 comentario:

Argax dijo...

No somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Un tópico que ni siquiera se cumple del todo en los últimos momentos de esas personas que padecen esa aniquiladora enfermedad.

Un abrazo.