martes, 24 de agosto de 2010

CAFÉ AMARGO




Eran las siete y, como cada mañana, el señor Lasarte repitió su ritual rutinario: ducha de agua tibia, afeitado matutino y elección del traje del día.
Aún en mangas de camisa bajó la escalera y se dirigió al salón que había junto a la terraza pequeña, quizás su lugar favorito de la casa. Allí le esperaba Martín, su asesor y hombre de confianza, para repasar su programación del día. La chica del servicio se apartó una vez preparado el desayuno: café solo para ambos, zumo natural y tostadas de pan de molde. Una vez solos, el señor Lasarte fue hojeando la numerosa prensa diaria que le había traído su compañero como cada mañana. Martín comenzó con el repaso a las actividades que tenían preparadas para ese día: reunión con el Comité Provincial en apenas una hora, visita a las Fundaciones Económicas y rueda de prensa sobre sobre las 12 de la mañana, hora propia para que pudiera ser noticia en los diarios de mediodía. Luego, almuerzo de trabajo y ya en horario de tarde, participación en un programa de radio.
- Recuerda que hoy es el cumpleaños de mi hija Alba.
- Lo he tenido en cuenta, por eso su jornada termina antes, para las 6 de la tarde estará de nuevo en casa- repuso Martín.

Una vez comentados algunos detalles que no se podían olvidar, el señor Lasarte se levantó de la mesa tomando el último sorbo de café y colocándose su chaqueta. Mientras Martín atendía una llamada de teléfono y recogía toda la documentación de la mesa auxiliar.
- Señor Lasarte - sorprendío con voz firme al colgar la llamada - anulamos toda su agenda. Se ha producido un nuevo atentado terrorista...

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