Había una vez un niño que soñaba con un mundo mejor….
Bajo la inocencia aún de un chiquillo
de pocos años, observaba ya atento la falta de libertad, las desigualdades
sociales y la presión de las clases más pudientes contra los más necesitados.
Con el firme propósito de luchar contra esas y otras injusticias y con el apoyo
incondicional de una educación ética que le inculcó siempre su humilde familia,
esa inocencia pasó a la propia rebeldía de la juventud y de ahí, con el vasto
conocimiento de la realidad de los adultos, el niño creció y se forzó para entender
y administrar justicia ecuánime para todos.
Sus buenos consejos y su tarea impecable
hicieron que su trayectoria comenzará a escalar posiciones reconocidas en los que el joven
pudo desarrollar el sueño que siempre tuvo. Luchó con entereza contra causas
que así lo merecían y en su labor no pudo obviar el más ruin de los actos del
ser humano, el de quitar la vida a otro ser. A estas alturas, aquel niño ya era
un hombre de conocido renombre y su voz ya quiso ser acallada en más de una
ocasión por la fuerza del terrorismo.
Decidido, superando barreras geográficas,
defensor de los valores democráticos y con el mismo ahínco de siempre quiso
sentar justicia en casos realmente escandalosos necesitados de una voz de denuncia
para construir, o mejor dicho reconstruir, un mundo más justo pleno en derechos
humanos y libertades, ajenos a dictadoras, corrupción, guerras y torturas.
En su intensa labor de denuncia
social, aquel juez llegó a ser reconocido por las mejores universidades del
momento. Fiel a su propio origen no quiso olvidar aquellos momentos de su
infancia bajo el yugo de una dictadura y pensó que era el momento de juzgar también
a sus responsables y poder ofrecer la palabra a unas víctimas que fueron por
muchos años olvidadas.
Aquel niño que anhelaba un mundo
más justo estaba consiguiendo poner lo mejor de sí para conseguirlo, se
enfrentaba a los grandes poderes pero siempre creyó en la valía ciega de la
Justicia para poner cada cual en su sitio. A pesar de ello, cuando menos se lo
esperaba, la diosa Temis también lo llamó a su regazo para ser juzgado.
Había una vez un hombre que quiso
un mundo mejor….
(La sala del Tribunal Supremo de
España juzga desde el día de hoy al juez Baltasar Garzón, entre otras cosas,
por prevaricación y violación de las garantías constitucionales. La acusación
pide hasta 17 años de inhabilitación de su labor judicial)
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